
Tu discurso de boda gracioso.
La verdad es que yo he escuchado algún discurso que no tiene la parte sentimental o solo la toca de refilón, pero yo nunca he visto uno que no tenga nada gracioso (o que lo intente).
Casi siempre en un discurso de boda se vuelca nuestro sentido del humor en dos fuetes: las anécdotas y una muy sutil mofa, ya sea de los contrayentes como de familiares y amigos.
Mofa graciosa a los presentes.
Empezaré por esto último. NO puede haber la más mínima duda a la hora de decir algo de los novios. TODO en ese momento tiene que ser maravilloso y si durante medio segundo dudas si viene a cuento o no: FUERA. Con los novios hay que ser muy radical, aunque muchas veces también agradecen un comentario en este sentido porque reduce los nervios del momento. Pero tienes que estar muy seguro. Si es gracioso y un poco ofensivo: FUERA. Si es divertido pero hace referencia a un capítulo de sus vidas que podría no venir a cuento: FUERA. Creo que es fundamental ser muy radical en este tema. Si dudas: NO LO HAGAS.
Otra cosa es con los padres de los novios con los que puedes ir un poquito más lejos, y si ya amplias a algún amigo presente, ahí ya puedes ser más “afilado” a la hora de hacer un chiste sobre alguien. Ahora bien, tienes que estar segur@ de que a los novios les va a parecer genial, es casi lo único importante, y no te olvides que estás en un acto relativamente solemne.
Otra cosa diferente es un brindis. Los brindis tienen reglas diferentes. Bueno, no diferentes sino más relajadas. Si lo que te toca es un brindis todo lo anterior sigue valiendo pero… como decirlo… pero la gente lleva 3 cañas, 2 chupitos de licor café y un pacharán. Es definitivamente otro ambiente más divertido. Aun así, pon casi toda tu artillería con la gente alrededor de los novios, con los novios sutileza por favor.
Anécdotas divertidas.
No empieces la casa por el tejado, es decir: “quiero contar aquel día que hicimos tal o cual cosa…” No. Primero tendrás que pensar que vas a decir, cual es el sentido o el mensaje de tu discurso. Que quieres transmitir, cómo lo quieres transmitir y cuales son mis fortalezas para ese plan. Y luego tendrás que buscar historias o anécdotas que refuercen eso que quieres contar.
No importa como de graciosa sea la historia de aquel día que mojasteis las magdalenas en el ron a las 9 de la mañana, lo importante es si refuerza tu mensaje y si se te da bien poner a la gente en situación al contar ese tipo de historias.
Pero no solo tienen que reforzar tu mensaje, sino que tienen que ser anécdotas especiales. Para explicar esto suelo poner un ejemplo: Imagina que tienes que dar un discurso la noche de Nochebuena. El día de Nochebuena os juntáis los 18 familiares en casa y año tras año contáis las mismas historias y siguen teniendo gracia. ¿Sabes cuales digo? Pues esas no.
Pero hay otras historias familiares de las que así nunca habláis todos las recuerdan y son igual de graciosas. Pero por alguna razón siempre caen las mismas, pero hay montones. Hay que dedicar un tiempo a pensar en ellas porque son las que nos interesan.
Sé que es muy complicado hablar de cómo ser gracioso pero depende tanto de las personas y del público que no se puede hablar de cómo hacer el cesto antes de conocer los mimbres.
De todas formas, si, por lo que sea, te interesa mucho este mundillo te recomiendo esto: www.cursodecomedia.com
Por último compartiré lo que yo llamo “La ley de la colleja”
La ley de la colleja.
Un puñetazo, lo ves venir, sabes que viene y te proteges instintivamente. Una colleja te la dan por detrás, a traición.
Lo gracioso o divertido y la emoción se entrelazan para que en todo momento te pille por sorpresa. ¿Estás sonriendo con una historia sobre los viejos tiempos? Pues toma ñoñería lacrimógena. ¿Qué estás contando algo muy profundo sobre al amor y la vida? Pues es el momento de rematarlo con un gag o un chiste.
Cuando te esperas un chiste, te preparas, cuando no te lo esperas resulta siempre mejor y si encima estás emocionado, las defensas “humorísticas” las tienes totalmente desactivadas. Y viceversa.
¡Muy importante!
Sólo un último consejo: Evita por todos los medios los secretos en reunión… Las frases como «tú y yo sabemos de lo que hablo» y similares son (me voy a poner serio) un atentado contra el más mínimo sentido común. Cada vez que oigo un «y no voy a contar más porque no se puede pero tu y yo sabemos…» se me ponen los pelos de punta.
Lo sé, lo que habías pensado era super gracioso. Pero sencillamente una boda no es la ocasión. Asúmelo y cambia el plan.