Discurso para bodas de amigos.
Si eres un amigo o amiga (o incluso el mejor amigo o mejor amiga) tu papel está muy claro: tu discurso incluye una parte sentimental o lacrimógena y una parte graciosa. ¿Puedes hablar un poco del significado del amor y de la vida? Sí, puedes. Pero muy poco. Digamos que tu speach se parecerá (o debería) más a un monologo tradicional (micrófono en mano).
Pero esta combinación entre gracioso/emocional salga como tiene que salir hay que seguir unas sencillas sencillas reglas.
La más importante es que adecues la teoría a tus propias capacidades. Lo primero es preguntarse
¿Eres un gran orador o no?
¿Eres gracioso o no?
¿Eres profundo o no lo eres?
¿Eres irónico o nuca se te dio bien?
¿Eres grandilocuente, sagaz, mordaz…?
Si eres un gran orador no hagas chistes sobre anécdotas escatológicas.
Si eres irónico no seas demasiado solemne porque te quedará mal.
Si eres muy tímido no finjas ser Chiquito de la Calzada porque te han dicho que tienes que ser gracioso.
Si eres gracioso no lo malgastes reflexionando sobre “todas las aristas del siempre poliédrico amor…”
Etc…
Adecúa tu discurso a la ocasión.
Esta adecuación es doble. Por un lado tendrás que pensar en que tipo de boda o acto o fiesta (no todo el mundo le llama boda a día de hoy) es, y que esperan los novios de tu discurso. Y por otro lado tu papel allí. Va a cambiar ligeramente la actitud en función de si es «tu colega detoda la vida», del colegio, del instituto, de la universidad o del trabajo o del barrio… Esto es muy importante porque en el caso del «colega de toda la vida» sueles conocer a la familia y en general a todos los amigos que ha hecho con el tiempo así que tienes la presión de intentar incluir en tu discurso a toda esa gente de alguna manera (¡Por dios! Uno a uno no… que estamos con tu discurso hasta mañana). En cambio tu responsabilidad si eres un «recién llegado» es menor pero el texto es más difícil por tener menos cosas de las que hablar.
Haz un discurso emotivo.
Sí, haz que la gente se ría y te recuerde por eso. Pero no puedes despistar el otro lado. Por muy gracioso que sea, estás en una boda, un acto solemne y emotivo. Pero ojo, no tienes que hacer llorar a la gente, no nos entendamos mal, tienes que hablar desde el corazón (para entendernos) y abrirte por lo menos unos segundos en el pre-final (antes de cerrar el círculo o mientras cierras el circulo) porque los novios (ya seas amiga o amigo del novio o novia) quieren también esa energía, y aquí mandan ellos.
Esta parte en realidad no es difícil. Diles lo que sientes. Ya está.
Dama de honor o testigo de boda.
Es poco común por estas latitudes que tengas una especial responsabilidad extra en la ceremonia ya sea civil o en una iglesia. Si el hecho de ser testigo te supone un especial honor, házselo saber, les gustará escucharlo, pero a mi modo de ver el acto no está condicionado por este honor.
La ley de la colleja.
Un puñetazo, lo ves venir, sabes que viene y te proteges instintivamente. Una colleja te la dan por detrás, a traición. NO te la esperas… pues eso vamos a intentar
Humor y sentimiento se entrelazan para que en todo momento te pille por sorpresa. ¿Estás sonriendo con una historia sobre los viejos tiempos? Pues toma ñoñería lacrimógena. ¿Qué estás contando algo muy profundo sobre al amor y la vida? Pues es el momento de rematarlo con un gag o un chiste.
Cuando te esperas un chiste, te preparas, cuando no te lo esperas resulta siempre mejor y si encima estás emocionado, las defensas “humorísticas” las tienes totalmente desactivadas. Y viceversa.